El punto de partida del proyecto es la intención de remodelar la volumetría de la manzana tradicional, intentando recuperar un tejido urbano más rural y respetuoso con la tradición del lugar, consiguiendo además, que pese a estar en medio de la masa urbana de Mieres, sea posible conectar visualmente con los prados y las siluetas de los montes.
Parten originalmente de una manzana tradicional de 6-7 alturas que generaba un espacio interior demasiado alto, poco ventilado y con muy poco asoleamiento, condenado a convertirse en un espacio residual y trasero. Para evitar esta sensación de patio carcelario modelaron una manzana con una altura que varía entre las tres y siete alturas y que aloja trasteros, garaje,instalaciones... en una plataforma común bajo rasante
El doble carácter del proyecto, su sentido rural y a la vez urbano se deja ver en la configuración de la piel. Por un lado las caras urbanas se construyen con materiales industriales como acero que recuerdan el pasado industrial y minero del gris Mieres.
Sin embargo la cara interior que mira hacia ese espacio recuperado por la naturaleza, busca la similitud con el porche tradicional asturiano, con la vuelta a lo rural, creando una celosía cuyas lamas recuerdan al ritmo de los bosques de la zona.
Las viviendas se configuran como pasantes, favoreciendo la doble orientación y la ventilación cruzada. Se organizan en torno a un núcleo húmedo que divide la vivienda en zona de día y zona de noche.
Las diurnas dan a la plaza central mientras que las nocturnas, mas controladas con persianas, dan a la cara urbana.
Cada vivienda posee un espacio de terraza concebida como una pasarela ligera de tablones de madera que bordea toda la envolvente del patio interior
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