







El joyero Dukno Yoon, artífice del vestuario de El rey y yo, recupera la obsesión por los ingenios voladores, convirtiéndose en un oriental Leonardo da Vinci.
Buscando la complejidad en la sencillez reduce la estructura de un ave a metal y plumas en un ingenio que crea una relación entre la obra y el espectador/usuario






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